Esta historia se desarrolla en un lugar mágico, en un lugar que no tiene relación alguna con el mundo actual. Sin embargo, rescata los valores de nuestros antepasados, así como sus costumbres y creencias.
En ese lugar no existe la distinción de responsabilidades entre hombres y mujeres, ambos son considerados iguales, con los mismos derechos y obligaciones.
Sin embargo, en el plano terrestre, la ambición humana aún se encuentra presente: motivados por la codicia, existen gobernantes que promueven guerras entre los hombres.
En este tiempo ocurre un gran acontecimiento que agudiza los problemas entre los pueblos. Una nueva era está por concluir, han pasado ya 5200 años desde el nacimiento del Quinto Sol y ahora se encuentra a punto de morir. Los demonios, los fantasmas e incluso los dioses comienzan a recibir una influencia negativa que los hace más fuertes al tiempo que los corrompe.
La existencia del cosmos corre un gran peligro; los dioses que han sucumbido al lado oscuro procuran la destrucción de toda forma de vida.
Los guerreros tienen una función muy importante en ese acontecer, ya que representan el aspecto humano, aquel donde se encuentran todas las debilidades y las virtudes.
Por su parte, los dioses simbolizan los aspectos positivos de la creación, algunos son de carácter cósmico; otros, la manifestación de las fuerzas de la naturaleza, así como de los procesos mentales y morales.
Dioses y guerreros actúan juntos, como si fueran una misma entidad. Los dioses otorgan a los guerreros poderes especiales para vencer obstáculos y sobreponerse a la oscuridad. Estos son puestos a prueba para saber si son dignos de sus deidades protectoras; juntos representan la armonía entre los aspectos positivos y negativos de la creación.
Solamente aquellos guerreros que logran establecer un vínculo auténtico con los dioses y el cosmos serán capaces de llevar a cabo la dura tarea de proteger su mundo y restaurar el orden perdido.
